08 mayo 2011

Flores en el ático. V.C. Andrews.

Y los días iban pasando monótonamente.
   ¿Qué se hace con el tiempo cuando se tiene en superabundancia? ¿Dónde se ponen los ojos cuando ya se ha visto todo? ¿En qué dirección deben  ir los pensamientos cuando el soñar despierto sólo sirve para crear problemas? Me imaginaba lo que sería poder salir a correr al jardín, libre y salvaje por los bosques, con las hojas secas crujiendo bajo mis pies. Me imaginaba nadando en el lago cercano, o cruzando un fresco arroyo de montaña. Pero las ilusiones son como la telarañas, que son muy fáciles de deshacer, y enseguida volvía a la realidad. ¿Y dónde estaba la felicidad? ¿En los ayeres? ¿En los mañanas? No, ciertamente, en esta hora, en este minuto, en este segundo. Sólo teníamos una cosa, una tan sólo, que nos diese una chispita de alegría: la esperanza.
   Chris decía que era una verdadera lástima perder el tiempo. El tiempo tenía valor. Nadie tenía tiempo suficiente o vivía el tiempo necesario para aprender bastante...

El genio creador empieza en el momento inactivo, soñando lo imposible, y convirtiendolo luego lo imposible en realidad.

05 mayo 2011

Espero curarme de ti!!!


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


Jaime Sabines